Compendio SciCheck

Para estudiar el papel que juega la proteína de la espícula en la gravedad del COVID-19, investigadores expusieron a 10 ratones propensos a desarrollar una enfermedad grave a una versión híbrida del virus. Ocho ratones murieron. En las redes sociales se dice que los investigadores crearon una nueva y peligrosa variante con una “tasa letal del 80 POR CIENTO”, lo que podría dar la falsa impresión de que esto se refiere a seres humanos. Además, el virus híbrido utilizado en el estudio tenía una tasa de mortalidad inferior a la que tenía el virus original en los ratones.


Historia completa

Dado que la variante ómicron del virus que causa el COVID-19 suele provocar enfermedades menos graves que las cepas anteriores, investigadores de la Universidad de Boston quisieron averiguar qué parte del virus determina la gravedad de la enfermedad para poder mejorar las opciones de tratamiento.

Para ello, realizaron un estudio en donde combinaron la proteína de la espícula de la variante ómicron con el genoma de la cepa que circulaba en el estado de Washington a principios de 2020. El virus híbrido mató al 80% de los ratones utilizados en el experimento. Los investigadores lo compararon con el efecto de la cepa original de Washington en otro grupo de ratones; mató al 100% de ellos. La cepa ómicron sin alterar no mató a ninguno de los ratones en los que se probó.

Dado que el virus híbrido tenía una tasa de mortalidad similar a la de la cepa original de Washington, los investigadores concluyeron que la proteína de la espícula no es el elemento decisivo que determina la gravedad de la enfermedad.

Sus hallazgos, que no han sido revisados por pares, se publicaron como un preimpreso el 14 de octubre.

Sin embargo, las redes sociales se han llenado de afirmaciones que distorsionan los resultados del estudio, sugiriendo que el laboratorio diseñó una variante particularmente peligrosa del virus y llevando a la gente a creer incorrectamente que el estudio halló que el 80% de los seres humanos podrían morir por este.

Por ejemplo, el comentarista conservador Graham Allen publicó un video en Instagram, donde tiene 885.000 seguidores, que afirmaba: “¡¿¡La Universidad de Boston CREA una cepa de Covid que tiene una tasa letal del 80%?!?! ¡¿¡POR QUÉ!?!”.

En Facebook, Dan Bongino, el comentarista conservador que está detrás de una de las páginas más populares de la plataforma, publicó un video titulado “Un laboratorio en Boston crea una nueva cepa de Covid con una tasa letal del 80 POR CIENTO”.

Aunque Bongino reconoció que la “tasa letal” era en ratones, también sugirió que los investigadores habían creado un “supervirus”, diciendo: “aparentemente combinaron estos dos virus para crear un supervirus que mata al 80% de los ratones”.

Y el medio conservador The Post Millennial promovió una publicación en Instagram con un gráfico que decía: “La Universidad de Boston fabrica una nueva cepa de COVID con una tasa letal del 80%”.

Al igual que afirmaciones similares en las redes sociales, todas estas publicaciones se basaban en un artículo del tabloide británico Daily Mail. El 17 de octubre, el Daily Mail publicó un artículo con este titular: “La Universidad de Boston CREA una nueva cepa de Covid que tiene una tasa letal del 80%, recordando los peligrosos experimentos que se teme hayan iniciado la pandemia”.

Ese titular tergiversa el estudio y refuerza la duradera pero infundada teoría de que el SARS-CoV-2 fue creado en un laboratorio. Como hemos explicado antes, no se sabe con certeza el origen del virus, pero las investigaciones realizadas hasta la fecha sugieren que se transmitió de forma natural de animales a humanos, ya sea directamente de un murciélago o, más probablemente, a través de un portador intermediario.

En todo caso, la primera parte del titular, que es la afirmación que se ha repetido ampliamente en internet, tergiversa el estudio.

La cifra del 80% que el titular extrajo del estudio se refería en realidad al efecto del virus híbrido en ratones, no en personas, como ya hemos señalado.

El tipo de ratón utilizado en el experimento es propenso a desarrollar enfermedades graves si es expuesto al SARS-CoV-2. Este tipo de ratón, llamado K18-hACE2, se cría para hacer investigaciones y se ha usado a menudo para estudiar el virus en el transcurso de la pandemia.

De los 10 ratones que los investigadores de la Universidad de Boston expusieron al virus híbrido, ocho murieron. Eso en comparación con el 100% de los otros seis ratones del experimento que murieron al ser expuestos a la versión no alterada del virus del estado de Washington. Ninguno de los 10 ratones expuestos a la versión sin alterar de la variante ómicron murió.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que no son las mutaciones en la proteína de la espícula las que han hecho que la variante ómicron sea menos virulenta, ya que la versión del antiguo virus emparejada con la proteína de la espícula del ómicron seguía causando la muerte de ratones. Más bien, es probable que la gravedad de la enfermedad esté determinada por otro componente del virus.

Los investigadores llamaron al virus híbrido Omi-S, diciendo que “en los ratones K18-hACE2, Omi-S … causa una enfermedad grave que conduce a una mortalidad de alrededor del 80%”.

Tras la avalancha de afirmaciones erróneas que citaban la cifra de mortalidad en internet, la viróloga Marion Koopmans, que dirige el departamento Erasmus MC de Virusciencias en los Países Bajos, fue una de varios científicos que usaron Twitter para aclarar las cosas. Koopmans criticó la estrategia de comunicación de la universidad en general y, en concreto, sugirió que un cambio en la forma en que el documento había sido presentado podría haber mejorado la percepción del hallazgo.

El hallazgo podría haberse resumido como: “El recombinante Omi-S tiene la misma virulencia que la cepa ancestral, lo que demuestra que las propiedades de … virulencia no están mediadas únicamente por la espícula”, escribió Koopmans.

Otro virólogo, Florian Krammer, de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai, respondió a otras afirmaciones sobre si los investigadores habían obtenido o no el permiso adecuado para realizar el estudio con un virus modificado, señalando que otros investigadores han realizado experimentos similares en los que han creado versiones híbridas del virus aquíaquí y aquí.

Mohsan Saeed, uno de los investigadores de la Universidad de Boston que trabajó en el estudio clínico, hizo un comentario similar en una declaración a una publicación de la universidad: “Al igual que en estudios publicados por otros, este trabajo demuestra que no es la proteína de la espícula la que impulsa la patogenicidad de ómicron, sino otras proteínas víricas. Determinar esas proteínas conducirá a mejores diagnósticos y estrategias de gestión de la enfermedad”.

Ya que el documento mencionaba alguna financiación del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), la universidad ha sido criticada por no haber solicitado el permiso adecuado para llevar a cabo este estudio.

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), de los que forma parte el NIAID, nos informaron en un comunicado enviado por correo electrónico: “[El NIAID] no revisó ni concedió subvenciones para los experimentos descritos en un estudio preimpreso sobre la investigación del SARS-CoV-2 en los Laboratorios Nacionales de Enfermedades Infecciosas Emergentes (NEIDL) de la Universidad de Boston. Los NIH están examinando el asunto para determinar si la investigación llevada a cabo estaba sujeta a la Declaración de Política de Subvenciones de los NIH o cumplía los criterios de revisión según el Marco del HHS para orientar las decisiones de financiación de propuestas de investigación relacionadas con patógenos pandémicos potenciales mejorados (marco P3CO del HHS). En esta hoja informativa hay más información sobre la historia de la vigilancia de investigaciones con patógenos pandémicos potenciales mejorados”.

La universidad emitió un comunicado en el que decía que había “cumplido con todas las obligaciones reglamentarias y protocolos requeridos”.

Universidad de Boston, 18 de octubre: Siguiendo las directrices y protocolos del NIAID, no teníamos la obligación de hacer pública esta investigación por dos razones. Los experimentos reportados en este manuscrito se llevaron a cabo con fondos de la Universidad de Boston. Se reconoció la financiación del NIAID porque se utilizó para ayudar a desarrollar las herramientas y plataformas que se utilizaron en esta investigación; no financiaron esta investigación directamente. También se reconoció la financiación del NIH por una subvención de instrumentación compartida que ayudó a apoyar los estudios de patología. Creemos que los canales de financiación de las herramientas no requieren la obligación de ser informados. En segundo lugar, esta investigación no supuso ninguna ganancia de función. Si en algún momento hubiera evidencia de que la investigación estaba ganando función, tanto bajo el NIAID como bajo nuestros propios protocolos, la detendríamos inmediatamente e informaríamos. Toda investigación en la Universidad de Boston, financiada o no por el NIAID, sigue este mismo protocolo. Estamos en comunicación constante con la dirección del NIAID y los responsables del programa.

Es importante destacar que el estudio descubrió que el virus híbrido tenía una tasa de mortalidad menor que la cepa original. Pero no podemos evaluar si los investigadores cumplieron con el marco de normas sin más información de los NIH.

Lo que sí sabemos es que las publicaciones alarmistas que circulan por las redes sociales, en las que se afirma que los investigadores han creado una nueva versión del virus con una “tasa letal del 80 POR CIENTO”, distorsionan los resultados del estudio.

Traducido por Elena de la Cruz.


Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.