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Los ensayos controlados aleatorizados no han encontrado beneficios en el uso de la ivermectina como tratamiento contra el COVID-19, aunque los resultados de investigaciones en curso brindarán una respuesta más definitiva. Sin embargo, un video presenta dos estudios de pobre calidad como pruebas “poderosas” y “abrumadoras” de que el medicamento funciona para combatir el COVID-19.
Historia completa
Después de que más de 80 investigaciones han evaluado el uso de la ivermectina, un medicamento antiparasitario, para tratar o prevenir el COVID-19 en humanos, los Institutos Nacionales de Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud han determinado que no hay suficientes pruebas para recomendar el uso de ivermectina para tratar el COVID-19. Como hemos reportado, grandes ensayos clínicos para determinar su seguridad y eficacia están en curso, y sus resultados se esperan en cerca de un mes.
Pero hasta ahora, los ensayos controlados aleatorizados no han mostrado pruebas de que la ivermectina brinde un beneficio clínico. Y el medicamento no ha sido aprobado ni autorizado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para prevenir o tratar el COVID-19.
Sin embargo, algunas personas siguen pregonando sobre la eficacia del medicamento contra el COVID-19. En febrero, verificamos una aseveración engañosa sobre la ivermectina y los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), como también aseveraciones falsas de que una compañía japonesa había encontrado que la ivermectina había funcionado según resultados de un ensayo clínico de fase 3, lo cual estaba basado en un artículo noticioso impreciso.
El 6 de marzo, John Campbell, que tiene un doctorado en educación de enfermería pero no es médico, publicó un video sobre el medicamento que acumuló cerca de un millón de reproducciones. Este presentaba incorrectamente dos estudios de poca calidad como pruebas “poderosas” y “abrumadoras” de que el medicamento funciona para combatir la enfermedad.
“¿Por qué esto no está en los diarios?”, Campbell le pregunta a su audiencia después de revisar resultados preliminares de un estudio que luego fue cancelado por sus autores y de otro estudio defectuoso. “Esta es la razón por la cual pienso que la ivermectina va a ser uno de los grandes escándalos de esta [pandemia]. Es casi como si la información estuviera siendo deliberadamente suprimida durante el curso de la pandemia, para ser bien honesto”.
El 14 de marzo, Campbell reemplazó el video original con una nueva versión que elimina la discusión sobre el primer estudio.
Información sobre las investigaciones en curso o terminadas sobre la ivermectina han estado ampliamente disponibles durante la pandemia y el público puede acceder a esa información en el sitio web de los NIH. Los estudios que Campbell destaca no están en las noticias porque ambos tienen limitaciones significativas y no son ensayos controlados aleatorios, los cuales se consideran el mayor estándar en la investigación clínica. Estos ensayos asignan participantes aleatoriamente a grupos de tratamiento o de control, permitiéndole a los investigadores evaluar con más confianza si un tratamiento determinado lleva o no a diferentes resultados.
Le escribimos a Campbell preguntándole por qué no había incluido contexto relevante sobre los dos estudios, y por qué había omitido mencionar pruebas más contundentes de ensayos controlados aleatorios que no encontraron que la ivermectina ayudara con el COVID-19. Pero no obtuvimos respuesta.
En la última versión de su video, Campbell dijo que había borrado el video del 6 de marzo de su canal de YouTube porque uno de los dos estudios destacados “tenía fallas”. La nueva versión, sin embargo, dejó partes de la versión original donde Campbell habla sobre el segundo estudio, el cual, como explicaremos luego, también tiene problemas significativos. El video original de Campbell permanece en otras formas en Facebook y YouTube.
Uno de los últimos resultados de un ensayo clínico aleatorizado, publicado en JAMA Internal Medicine el 18 de febrero, viene de Malasia. El estudio encontró que el tratamiento con ivermectina durante las etapas iniciales del COVID-19 en 490 pacientes no redujo el riesgo de progresión a enfermedad grave — 21,6% de los pacientes en el grupo de ivermectina y 17,3% de los pacientes en el grupo de control se enfermaron gravemente.
El doctor Steven Chee Loon Lim, coautor del estudio y médico especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Raja Permaisuri Bainun en Malasia, nos dijo en un correo electrónico que tampoco hubo “efectos estadísticamente significativos en la tasa de ventilación artificial, admisiones a la UCI y mortalidad”.
“Esencialmente, los hallazgos de nuestro estudio desmienten la noción de que la ivermectina es un “medicamento milagroso” contra el COVID-19. Las personas infectadas con COVID-19 no deben recurrir a la automedicación con ivermectina. Tener una falsa sensación de recuperación mientras se toma un medicamento ineficaz podría retrasar la búsqueda de atención médica adecuada, lo que podría dar lugar a peores desenlaces”, escribió Lim.
Los resultados de otros ensayos clínicos en curso, de más de mil personas cada uno, se esperan pronto. El doctor David Boulware, profesor de medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota y consejero para dos grandes ensayos clínicos en EE. UU., nos dijo en un correo electrónico que varios ensayos “posiblemente publiquen sus resultados en abril”. Tanto el ensayo Together en Brasil como el Covid-Out de la Universidad de Minnesota en EE. UU. están completamente terminados, dijo. El ensayo ACTIV-6, financiado por los NIH, terminó el seguimiento del brazo de ivermectina y los datos están siendo analizados. Y el ensayo PRINCIPAL en el Reino Unido, y otro en Japón, siguen reclutando participantes, dijo Boulware.
Estudio preliminar mostró asociación, no causalidad
En su video del 6 de marzo, Campbell comienza con la revisión del resumen de un estudio presentado en una conferencia virtual en noviembre 2021 por investigadores de la Universidad de Miami.
Los autores identificaron retrospectivamente a adultos con una infección por COVID-19 entre el 1 de enero de 2020 y el 11 de julio de 2021 en EE. UU., usando una gran base de datos con información de reportes electrónicos de salud de una red de organizaciones médicas. Luego compararon pacientes que habían sido tratados con ivermectina (1.072 pacientes) con aquellos que habían sido tratados con remdesivir (40.536), un tratamiento antiviral aprobado por la FDA para pacientes con COVID-19 hospitalizados o no hospitalizados pero de alto riesgo. Y concluyeron que la ivermectina estuvo asociada con una reducción de mortalidad en comparación con el remdesivir, en una tasa de probabilidad de 0,308.
“En otras palabras, usted tiene 70% menos probabilidades de morir si toma ivermectina en comparación con tomar remdesivir”, dice Campbell en su video. “Son datos bastante convincentes de una base de datos nacional”.
Otros han usado el resumen del estudio en las redes sociales para argumentar que esto prueba que la ivermectina es efectiva contra el COVID-19. Pero los autores del estudio han dicho que no es así como deben interpretarse los datos.
El doctor José Gonzales Zamora, coautor del estudio y codirector del programa de becarios de infectología en la Universidad de Miami, nos dijo que los resultados preliminares de un estudio observacional solo muestran una asociación estadística entre reducción de mortalidad y tratamiento con ivermectina, no causalidad. En otras palabras, la ivermectina no es necesariamente la razón por la cual ese grupo de pacientes tuvo mejores resultados.
“No necesariamente podemos decir, en base a un estudio de este tipo retrospectivo, que ivermectina es la que realmente disminuye la mortalidad, porque existen otras variables confusoras que también podrían afectar este outcome, o este resultado,” dijo Gonzales Zamora en una entrevista telefónica realizada en español. “Es incorrecto decir ivermectina sí disminuye la mortalidad en un setenta por ciento”.
Uno de esas variables confusoras, o sesgos, podría ser la edad de los pacientes, dijo, ya que los pacientes que recibieron ivermectina eran en promedio 10 años más jóvenes que los que fueron tratados con remdesivir. (Aunque el estudio intentó controlar por edad y otros factores usando estadística, tales ajustes en estudios observacionales son imperfectos y todavía hay riesgo de sesgo).
Otra limitación del estudio, dijo Gonzales Zamora, fue que los autores no sabían qué tan grave estaban los pacientes al momento de recibir el tratamiento. Debido a que el remdesivir está aprobado para pacientes hospitalizados o de alto riesgo, explicó, es posible que esos pacientes estuvieran más enfermos que los que recibieron ivermectina.
El estudio no demuestra eficacia, dijo Gonzales Zamora. Y clarificó que el estudio no puede ser aplicado directamente a la práctica clínica ni utilizado para apoyar el uso de ivermectina. Ni su equipo de investigación ni su hospital nunca han recomendado el medicamento, dijo. Y añadió que una parte principal de las conclusiones, que Campbell omitió, es que “se necesitan ensayos clínicos randomizados, doble ciego, con muestras más grandes” para tener una conclusión definitiva. Los ensayos clínicos aleatorizados doble ciego son aquellos en los cuales ni los pacientes ni los investigadores saben cuáles pacientes han recibido el tratamiento y cuáles han recibido el placebo mientras los datos están siendo recolectados.
El estudio no fue revisado por otros pares y fue cancelado. “No postulamos el manuscrito por una razón, pruebas débiles”, dijo el autor principal, Iakov Efimenko, en Twitter. Gonzales Zamora agregó que seguir con la investigación no tenía sentido luego de que se conocieran resultados de ensayos clínicos aleatorios que no encontraron beneficio clínico en el uso de ivermectina en pacientes con COVID-19.
Evidencia insuficiente de un estudio con fallas
El segundo estudio que Campbell presenta en su video es un estudio observacional, prospectivo, hecho en la ciudad de Itajaí, en Brasil. Sus autores incluyen al Dr. Pierre Kory, uno de los principales defensores de la ivermectina en EE. UU., e investigadores en Brasil, Canadá y Colombia — algunos de ellos parte de la organización sin fines de lucro de Kory, llamada Front Line COVID-19 Critical Care Alliance. El estudio concluye que el uso de ivermectina redujo las infecciones por la mitad y redujo la mortalidad y hospitalizaciones por COVID-19 en un 70% y 67%, respectivamente.
“Reducción del 70% en mortalidad en este estudio. Es decir, esto es enorme. Y esto es con una pequeñísima dosis de ivermectina cada dos semanas como profiláctico. O sea, ¿cómo la gente no está hablando de esto?”, pregunta Campbell en su video. “Las pruebas parecen tan poderosas, presentes y abrumadoras. Es decir, 70%… ¿Cómo se puede argumentar con un número como ese?”.
Pero el estudio no es un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado, y tiene múltiples limitaciones. Health Feedback verificó historias publicadas por Gateway Pundit, Zero Hedge y The Blaze cuando los resultados preliminares de este estudio fueron presentados en un preprint en diciembre.
“El estudio contenía múltiples fallas metodológicas que cuestionan la confiabilidad de sus conclusiones. Por ejemplo, hay indicios de que muchas personas asignadas al grupo de tratamiento con ivermectina no tomaron el medicamento consistentemente, o que dejaron de tomarlo después de un tiempo. Por lo tanto, no está claro si cualquier efecto observado en este grupo puede atribuirse de manera confiable al tratamiento con ivermectina”, concluyó Health Feedback.
En un hilo en Twitter el 15 de diciembre, el epidemiólogo Gideon Meyerowitz-Katz detalló algunos de los problemas del estudio, incluyendo conflictos de interés de los autores y faltas de control para importantes variables, como algunas que podrían aumentar el riesgo de contraer COVID-19.
El estudio fue luego revisado por pares y publicado el 15 de enero en Cureus, una publicación médica digital de acceso abierto que permite que los investigadores publiquen sus estudios gratis y más rápido que con la revisión por pares tradicional (la revisión de este estudio tardó 11 días). Pero algunos de los problemas continúan, como explicó PolitiFact.com.
El estudio analizó datos de un programa de prevención contra el COVID-19 que usó ivermectina e incluyó a toda la población de Itajaí, en Brasil, desde julio a diciembre de 2020, cuando las vacunas todavía no estaban disponibles. A todos los habitantes de la ciudad, se les ofreció tomar ivermectina por dos días consecutivos cada 15 días. De 159.561 habitantes, 113,845 utilizaron ivermectina y 45,716 no, según el estudio. Pero de acuerdo a un comunicado emitido por la ciudad de Itajaí en enero 2021, el número de voluntarios disminuyó con el tiempo — 138.216 personas tomaron la primera dosis; dos semanas después, 93.970 tomaron la segunda y tercera dosis; y solo 8.312 tomaron la cuarta y quinta dosis. “Es decir, no hubo continuidad quincenal del uso de ivermectina, como se recomienda”, dijo el comunicado.
Una lista de estudios autorizados en Brasil usando ivermectina como tratamiento contra el COVID-19, entregada por la Comissão Nacional de Ética em Pesquisa (Comisión Nacional de Ética en Investigación) a la coalición de verificadores brasileros Comprova, dice que el estudio “se registró con una muestra de 9.956 participantes”.
Como dijimos, los resultados de varios ensayos clínicos grandes sobre la seguridad y eficacia del uso de ivermectina para tratar el COVID-19 estarán disponibles en los próximos meses. Estos proporcionarán una repuesta más definitiva sobre si la ivermectina es o no beneficiosa en el tratamiento contra el COVID-19. Pero por ahora, las investigaciones no han encontrado que el medicamento sea beneficioso y los funcionarios de salud han advertido a las personas que no se automediquen.
Traducido por Catalina Jaramillo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.