Compendio SciCheck
Los ensayos clínicos de la vacuna contra el COVID-19 fueron diseñados para estudiar la seguridad y la eficacia de la vacuna para prevenir la enfermedad con síntomas, no la transmisión. Pero ahora algunas publicaciones digitales presentan engañosamente el hecho de que la vacuna de Pfizer/BioNTech no se probó contra la transmisión como una “impactante admisión” y prueba de que la compañía y el gobierno mintieron.
Historia completa
Más de 16 millones de personas en Estados Unidos habían contraído el COVID-19 y más de 300.000 habían muerto a causa de la enfermedad cuando la primera vacuna contra el COVID-19, de Pfizer/BioNTech, fue autorizada.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó el uso de la vacuna el 11 de diciembre de 2020, en lo que la agencia llamó un “hito” en la lucha contra el coronavirus, o SARS-CoV-2, y “un verdadero testimonio de la innovación científica y la colaboración entre los sectores público y privado en todo el mundo”.
La autorización de uso de emergencia vino luego de una revisión de los datos de ensayos clínicos de fase 3 que mostraron que la vacuna era segura y 95% efectiva para prevenir el COVID-19 sintomático, después de una semana o más de la segunda dosis (la cifra cayó a un 91% en el análisis actualizado revisado para la autorización final). Los ensayos clínicos no evaluaron si la vacuna podría reducir la transmisión, y ni las compañías ni el gobierno dijeron que lo habían hecho.
“En este momento, no se dispone de datos para determinar por cuánto tiempo la vacuna proporcionará protección, ni hay pruebas de que la vacuna prevenga la transmisión del SARS-CoV-2 de una persona a otra”, dijo la FDA cuando anunció la autorización de uso de emergencia.
De manera similar, en los documentos de autorización de la vacuna de Pfizer/BioNTech, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) concluye que “se mostró una excelente eficacia de la vacuna (en prevenir COVID-19 sintomático)” pero que “aún se desconoce si la vacuna protege contra la infección sin síntomas, o su impacto en la transmisión viral”, así como la duración de la protección que ofrece.
El 3 de diciembre de 2020, el CEO de Pfizer, Albert Bourla, le dijo a NBC News que todavía no se sabía si las personas vacunadas podrían portar el virus y propagarlo a otros. “Creo que es algo que debe ser examinado. No estamos seguros sobre eso ahora mismo”, dijo.
Sin embargo, publicaciones digitales recientes afirman, como si fuera una noticia de último minuto, que una directora de Pfizer “admite” que la vacuna nunca se probó para ver si prevenía la transmisión. Publicaciones en las redes sociales afirman que la supuesta “impactante admisión” es “criminal” y “prueba indiscutible del hecho de que nuestros gobiernos nos mintieron”.
Las publicaciones citan declaraciones de la presidente de desarrollo de mercados internacionales de Pfizer, Janine Small, mientras testificaba en nombre de Bourla frente al comité de COVID-19 del Parlamento Europeo.
Durante la sesión, un conservador holandés y miembro del parlamento, Rob Roos, le preguntó a Small si Pfizer había probado la vacuna para la prevención de la transmisión antes de que esta entrara al mercado (ver el minuto 15:23:00 del video). Small dijo: “No. Tuvimos que realmente movernos a la velocidad de la ciencia para entender realmente lo que estaba ocurriendo en el mercado” (ver el minuto 15:31:45).
Luego de la audiencia, Roos publicó una declaración en video, de dos minutos de duración, en Twitter que incluía el intercambio con Small.
“ÚLTIMO MINUTO: En audiencia de COVID, directora de #Pfizer admite: #vacuna nunca fue probada para prevenir transmisión. ‘Vacunarse por los demás’ fue siempre una mentira. El único propósito del pasaporte #COVID: obligar a las personas a vacunarse. El mundo necesita saberlo. ¡Comparta este video!”, dice la publicación, que recibió 232.600 me gusta y fue compartido 138.500 en menos de dos días.
“Yo creo que esto es impactante, incluso criminal”, dijo Roos en su declaración.
Pero como dijimos, nadie dijo que las vacunas de Pfizer o Moderna fueran probadas para la prevención de la transmisión antes de entrar al mercado. Esos estudios comenzaron una vez que las vacunas fueron administradas.
“Nuestro histórico ensayo clínico de fase 3 (protocolo publicado en noviembre 2020) fue diseñado y potenciado para evaluar la eficacia de BNT165b2 para prevenir la enfermedad causada por el SARS-CoV-2, incluyendo la enfermedad grave. Detener la transmisión no fue un objetivo del estudio”, nos dijo en un correo electrónico Andrew Widger, director senior de relaciones públicas globales de Pfizer, refiriéndose a la vacuna de la compañía.
Eso no es extraordinario. En un comentario publicado en Science en marzo, Natalie E. Dean, profesora asistente en el Departamento de Bioestadística y Bioinformática en la Escuela Rollins de Salud Pública de la Universidad de Emory, y M. Elizabeth Halloran, directora del Programa de Bioestadística, Bioinformática y Epidemiología en la división de vacunas y enfermedades infecciosas del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, escribieron que la estimación de efectos indirectos de una vacuna, tales como la reducción en infecciosidad, “generalmente se realiza después de que una vacuna se autoriza, ya sea en estudios observacionales o ensayos aleatorios por grupos”.
El beneficio principal de una vacuna efectiva es prevenir la enfermedad sintomática, nos dijo Dean en un correo electrónico, y “dada la urgente necesidad de prevenir la enfermedad del COVID-19, los ensayos se enfocaron en esos objetivos principales”, dijo. Un beneficio secundario de una vacuna efectiva es reducir la transmisión, agregó, ya sea protegiendo contra la infección o haciendo que las personas vacunadas sean menos contagiosas. “Pero evaluar la protección contra la infección requiere de pruebas especializadas (pruebas de anticuerpos o muestreo más frecuentes) y, para medir la contagiosidad, medir la carga viral y, preferiblemente, estudiar los miembros de la familia y otros contactos”, dijo.
Explicamos la diferencia entre infección por un virus y enfermedad, o el desarrollo de una enfermedad, en este video.
Roos no contestó una solicitud de comentarios, pero le dijo a la Associated Press que los gobiernos infringieron derechos fundamentales al imponer mandatos de vacunación “sin pruebas” de que las vacunas detuvieran la transmisión. En una aparición en “Tucker Carlson Tonight” de Fox News, el 11 de octubre, Roos dijo que “los gobiernos empujaron a millones de personas en todo el mundo a vacunarse diciéndoles … Háganlo por su abuela” e introdujeron “los llamados pasaportes COVID”, mandatos y confinamientos “en el nombre de la salud pública”.
“Todo esto basado en la idea de que la vacunación ayuda a prevenir la propagación del virus, de lo contrario, ¿por qué excluir a las personas de la sociedad? Pero ahora queda demostrado que esto era una gran mentira”, dijo Roos.
Para ser justos, algunos funcionarios han exagerado la protección contra la transmisión que brindan las vacunas. Pero los estudios sí encontraron que las personas vacunadas eran mucho menos propensas a propagar el virus, ya sea porque estaban protegidas contra la infección, en primer lugar, o porque eran menos contagiosas una vez que se infectaban.
Como hemos escrito, eso se volvió menos cierto con la aparición de la variante ómicron, que es más transmisible y que evade mejor la inmunidad, pero aun así hay pruebas de que, por un período corto de tiempo, las vacunas pueden reducir de alguna manera la transmisión del ómicron.
“Estar al día con la vacunación brinda un periodo transitorio de mayor protección contra la infección y la transmisión después de la dosis más reciente, aunque la protección puede disminuir con el tiempo”, escribieron los expertos de los CDC en sus orientaciones más recientes de cómo minimizar el impacto del COVID-19.
En su comentario, Dean y Halloran mencionan dos estudios publicados en Science basados en datos de Israel para argumentar que hay varios factores que afectan la capacidad de las vacunas contra el COVID-19 para reducir la transmisión, tales como el tiempo transcurrido desde la vacunación y las variantes evasivas.
Uno de los estudios encontró que en hogares con un padre infectado, las posibilidades de que al menos un niño no vacunado se infecte eran mucho menores si ese padre estaba vacunado. La posibilidad de infección fue un 72,1% menor con un padre vacunado durante el período de la variante alfa, poco después de que las vacunas comenzaran a administrarse, y un 79,6% menor durante el periodo de delta. El otro estudio encontró que las vacunas reducen la infecciosidad en 23% utilizando datos anteriores a la aparición de delta.
“Las vacunas contra el COVID-19 han brindado una protección excepcional contra la enfermedad grave y han reducido la transmisión. Es importante notar, que la protección indirecta no es todo o nada, sino que aumenta gradualmente con cada persona recientemente vacunada. Garantizar que nuestras comunidades estén bien vacunadas en una prioridad importante a medida que el SARS-CoV-2 se vuelve endémico”, concluyeron Dean y Halloran.
Traducido por Catalina Jaramillo.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.