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Estudios han encontrado que el COVID-19 aumenta el riesgo de complicaciones cardíacas y que los beneficios de las vacunas contra el COVID-19 superan a los riesgos en mujeres y hombres, en todos los grupos de edad. Pero publicaciones en las redes sociales han malinterpretado y publicitado un criticado estudio que dice haber identificado una correlación entre llamadas a servicios médicos de emergencia por eventos cardiacos y la tasa de vacunación en Israel. 

Historia completa

El riesgo de complicaciones cardíacas es significativamente mayor después de una infección por SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, que después de recibir una vacuna de ARNm contra el COVID-19, tanto para hombres como mujeres, en todos los grupos de edad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Un extenso estudio publicado este año en Nature Medicine encontró que el COVID-19 aumenta el riesgo de varios trastornos cardíacos graves, incluyendo ataques cardíacos, arritmias, accidentes cerebrovasculares, paros cardíacos y miocarditis. 

La miocarditis, inflamación del músculo cardíaco, y la pericarditis, inflamación de la capa exterior que recubre el corazón, han sido identificadas como efectos secundarios poco comunes de las vacunas de ARNm contra el COVID-19, en particular en varones jóvenes tras la segunda dosis. Pero los beneficios de las vacunas contra el COVID-19 superan los riesgos tanto para hombres como para mujeres en todos los grupos de edad.

Algunos artículos noticiosos, ampliamente difundidos en internet, han destacado un cuestionado estudio que afirma haber encontrado un aumento en las llamadas a servicios médicos de emergencia por eventos cardíacos en personas jóvenes cuando se implementaron las vacunas contra el COVID-19 en Israel. Algunas de estas notas malinterpretaron los hallazgos para afirmar incorrectamente que el estudio encontró que las vacunas causaron un aumento en las llamadas a servicios médicos de emergencia. Pero el estudio, del cual varios científicos han apuntado varios defectos, solo señala una correlación. 

“Nuevo estudio revisado por pares: Vacunas contra el COVID-19 aumentan el riesgo de paro cardíaco en personas jóvenes en un 25 por ciento”, anuncia el titular poco preciso de un artículo publicado el 4 de mayo en el Epoch Times. 

El estudio, publicado el 28 de abril, analizó las tasas de llamadas a servicios médicos de emergencia por paro cardiaco y síndrome coronario agudo en personas de entre 16 y 39 años en Israel durante la pandemia. Los autores, afiliados a la Escuela Sloan de Administración del Massachusetts Institute of Technology y la división de marketing y relaciones internacionales de la organización nacional de servicios médicos de emergencia de Israel, Magen David Adom, encontraron un aumento de un 25% en las llamadas por ambos eventos durante la campaña de vacunación. Aunque los autores no establecen una relación causal entre el aumento de llamadas y las vacunas, dicen que las llamadas “fueron significativamente asociadas con las tasas de administración de la 1a y 2a dosis de las vacunas en este grupo de edad, pero no fueron asociadas a las tasas de infección con COVID-19”.

“Estos hallazgos plantean preocupaciones con respecto a efectos secundarios cardiovasculares graves no detectados inducidos por la vacuna y subrayan la relación causal ya establecida entre las vacunas y la miocarditis, una causa frecuente de paro cardiaco inesperado en personas jóvenes”, escribieron los autores en el resumen del estudio.

Tras su publicación, la investigación fue fuertemente criticada en internet y recibió 518.000 visitas, logrando uno de los puntajes más altos de atención entregados por una compañía de datos que rastrea la calidad y la cantidad de la atención que recibe en internet una investigación publicada.

“Desafortunadamente, a pesar del lenguaje de algún modo cuidadoso usado por los autores, este estudio claramente falla en adherir a suficientes estándares de rigor científico en todo momento”, dice el borrador de un manuscrito que pide la retracción del estudio, subido a internet el 5 de mayo y firmado por 10 científicos. “Si bien los autores describen su análisis como “no estableciendo una relación causal” (…) no han, de hecho, siquiera establecido correlaciones útiles. El estudio no pasa una revisión estadística y epidemiológica básica, lo que pone en duda si los hallazgos realmente “plantean preocupaciones con respecto a efectos secundarios cardiovasculares graves no detectados inducidos por la vacuna” (…) o si las débiles correlaciones informadas son simplemente el resultado de opciones metodológicas inadecuadas e inapropiadas”.  

El estudio, que algunos artículos han descrito como un estudio del MIT publicado en Nature, no fue realmente publicado en la prestigiosa revista científica Nature. Fue publicado en Scientific Reports, una revista revisada por pares de acceso abierto que es parte de Nature Portfolio, un grupo de revistas que incluye a Nature, publicado por Springer Nature. 

El 5 de mayo, la revista agregó una nota advirtiendo a sus lectores que “las conclusiones de este artículo están sujetas a críticas que están siendo consideradas por los Editores”. 

Pero eso no detuvo a medios digitales que citaron al estudio para sugerir que las vacunas estaban causando daño, sin mencionar ninguna de las críticas. Nuevas versiones del artículo siguieron apareciendo en junio. 

Rafal Marszalek, el editor jefe de Scientific Reports, nos dijo en un correo electrónico que la investigación al estudio continua en proceso y que no podía hacer comentarios por motivos de confidencialidad. “Estamos considerando el asunto muy cuidadosamente, en línea con las recomendaciones de COPE y las políticas de Springer Nature,” escribió, refiriéndose a los estándares propuestos por el Comité de Ética de Publicaciones.

Críticas al estudio

Como explicamos anteriormente, el estudio de Scientific Reports analizó retrospectivamente las estadísticas de Israel National EMS, la cual administra todas las llamadas a servicios médicos de emergencia en Israel, específicamente las llamadas relacionadas a paro cardíaco y síndrome coronario agudo desde el 1 de enero de 2019 al 20 de junio de 2021. La base de datos de las llamadas fue pareada con las tasas de COVID-19 y las tasas de vacunación en el mismo período de tiempo. 

Los autores analizaron las variaciones en el número de llamadas durante la pandemia y la campaña de vacunación en comparación con el tiempo prepandemia, y encontró un aumento de un 25% en las llamadas por ambos eventos desde enero a mayo de 2021, comparado con 2019 y 2020. Concluyeron que había una “asociación robusta y estadísticamente significativa” entre el número de llamadas y las vacunas administradas a personas de entre 16 y 39 años de edad. 

Pero los críticos han dicho que la correlación es “clínicamente irrelevante” y que hay varios problemas en la metodología, el análisis estadístico y la visualización de la información del estudio. 

La base de datos utilizada, por ejemplo, no incluye el estado de vacunación, si el paciente tenía COVID-19 o no, o si tenía otras comorbilidades (coexistencia de otras enfermedades). Por lo tanto, no hay manera de saber si el aumento de llamadas fue entre personas vacunadas, o si habían tenido COVID-19 o cualquier otra enfermedad que podría haber causado el evento cardíaco. Los autores del estudio identificaron esto como su “limitación principal”. 

“La falta de esos puntos de datos hacen que cualquier interpretación sea inválida y cualquier extrapolación irrelevante”, escribieron los autores del manuscrito de refutación, titulado “¿Debiéramos publicar cada correlación durante la pandemia del COVID-19?”.

Críticos del estudio publicado en Scientific Reports también han señalado que la diferencia entre el número de llamadas no es realmente sustancial, y que debido a que la incidencia de eventos cardíacos varía bastante anual y estacionalmente y puede ser causada por varias variables, la correlación puede ser coincidencia. Ya que no hay estadísticas antes del 2019, algunos han dicho que es difícil entender cómo se comparan estos cambios con años anteriores. 

Un grupo de expertos en vacunas llamado Voices for Vaccines especuló que el aumento de llamadas también podría estar relacionado con el aumento en la actividad física luego de que los casos de COVID-19 disminuyeron y se puso más caluroso, por ejemplo. 

Gideon Meyerowitz-Katz, un epidemiólogo trabajando en su doctorando en la Universidad de Wollongong en Australia y uno de los autores de la refutación, encontró que los gráficos en el estudio eran “INCREÍBLEMENTE engañosos”. 

“Los autores tienen 3 equis ahí, una que comienza en 4, y es increíblemente fácil de manipular las equis para eliminar del todo esta aparente relación”, escribió en un hilo de Twitter sobre el estudio. Al bajar los datos y realizar un nuevo gráfico también se dio cuenta que los casos de COVID-19 parecen estar más relacionados a las llamadas por paro cardíaco que las vacunas. https://platform.twitter.com/embed/Tweet.html?creatorScreenName=factcheckdotorg&dnt=true&embedId=twitter-widget-0&features=eyJ0ZndfZXhwZXJpbWVudHNfY29va2llX2V4cGlyYXRpb24iOnsiYnVja2V0IjoxMjA5NjAwLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfSwidGZ3X3JlZnNyY19zZXNzaW9uIjp7ImJ1Y2tldCI6Im9mZiIsInZlcnNpb24iOm51bGx9LCJ0Zndfc2Vuc2l0aXZlX21lZGlhX2ludGVyc3RpdGlhbF8xMzk2MyI6eyJidWNrZXQiOiJpbnRlcnN0aXRpYWwiLCJ2ZXJzaW9uIjpudWxsfSwidGZ3X3R3ZWV0X3Jlc3VsdF9taWdyYXRpb25fMTM5NzkiOnsiYnVja2V0IjoidHdlZXRfcmVzdWx0IiwidmVyc2lvbiI6bnVsbH19&frame=false&hideCard=false&hideThread=false&id=1522036330141982720&lang=es&origin=https%3A%2F%2Fwww.factcheck.org%2Fes%2F2022%2F06%2Fscicheck-publicaciones-en-redes-distorsionan-cuestionable-estudio-sobre-vacunacion-contra-el-covid-19-y-llamadas-a-servicios-medicos-de-emergencia%2F&sessionId=482a90dba431051d3206ebd96d4f2ad4d62330f1&siteScreenName=factcheckdotorg&theme=light&widgetsVersion=b45a03c79d4c1%3A1654150928467&width=550px

Los autores de la refutación también apuntaron que los autores del estudio hicieron varias “opciones estadísticas vagas y confusas”. Por ejemplo, aproximaron los datos del número de infecciones en personas de entre 16 y 39 años usando una base de datos de casos de COVID-19 que registraba casos en el grupo de 0 a 39 años. 

“Eso es simplemente… ¿Incorrecto? No puede “aproximar” los casos de COVID-19 para un grupo de edad usando otro, incluso si se sobreponen. El riesgo de contraer COVID-19 es muy variable según la edad, por lo que esto podría confundir fácilmente cualquier correlación que esté observando”, escribió Meyerowitz-Katz en Twitter. 

El científico agregó que los autores usaron un método llamado “post hoc power analysis” que ha sido criticado por ser defectuoso y engañoso

Algunos hallazgos del estudio también contradicen la evidencia clínica sobre la miocarditis tras la vacunación contra el COVID-19. Por ejemplo, como hemos explicado, la mayoría de los casos de miocarditis inducida por las vacunas han sido observados en varones jóvenes, tras una segunda dosis de alguna de las vacunas de ARNm. Pero el estudio no encontró una gran variación entre las llamadas después de la primera y la segunda dosis, y los dos tipos de llamadas aumentaron más entre mujeres que entre hombres. Los autores también dijeron que optaron por agrupar el número de llamadas cada dos semanas para la primera y segunda dosis, argumentando que estudios “sugieren que la miocarditis comúnmente aparece a las dos semanas de la vacunación”. Pero de acuerdo a los datos de la CDC, la mayoría de los casos de miocarditis ocurren a pocos días de la vacunación. 

Uno de los autores el estudio, Retsef Levi, nos dijo en un correo electrónico que los hallazgos del estudio son “una mera correlación y ¡no prueban causalidad!” y que el estudio sugiere que se deben hacer más estudios para “entender mejor los mecanismos causales que podrían ser cualquier combinación de casos de COVID-19, vacunas y otros factores potenciales, tales como cambios en el comportamiento de los pacientes”. 

Nos dijo que el estudio fue impulsado “por el hecho conocido de que tanto el COVID-19 como las vacunas podrían causar desenlaces cardíacos adversos, por ejemplo, miocarditis.” Y agregó que “usa datos únicos y exhaustivos de las llamadas a servicios médicos de emergencia de todo el país” y “métodos estadísticos bien aceptados para estudiar correlaciones temporales entre infecciones, niveles de vacunación y las respectivas llamadas semanales a servicios médicos de emergencia”. 

“No apoyo ninguna interpretación del estudio como prueba de que las vacunas han causado este aumento en llamadas a servicios médicos de emergencia. El estudio solo muestra correlación y llama a revisar el asunto más ampliamente y explorar todas las causas posibles”, escribió. 

El Ministerio de Salud Israelí también evaluó las afirmaciones de Levi y descubrió que los datos no las respaldaban, de acuerdo con otros estudios realizados en Israel. 

Jeffrey S. Morris, director de la división de bioestadística en el departamento de bioestadística, epidemiología e informática de la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pensilvania, dijo que el estudio parecía ser parte de una tendencia. 

“Gran parte de lo que veo es gente que presenta más ejemplos de series de tiempo para lugares y momentos seleccionados, o más diagramas de dispersión, considerando estos como una validación de una narrativa del daño de la vacuna. Muchas veces no veo un reconocimiento de las limitaciones de estos enfoques… o un reconocimiento de que estas son hipótesis que necesitan validación”, escribió en Twitter el 4 de mayo. “Algunos como este documento público de Scientific Reports incluyen descargos de responsabilidad que piden validación, pero están escritos como si creyeran que el hecho está demostrado por su análisis y solo necesita confirmación”.

Traducido por Catalina Jaramillo. 

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.