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Numerosos estudios demuestran que las vacunas contra el COVID-19 autorizadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) continúan siendo efectivas contra la variante delta del coronavirus, incluso si la potencia de las vacunas se reduce de algún modo. Pero un invitado a Fox News afirmó la falsedad de que la variante delta “realmente no responde en absoluto, ni hay protección en lo absoluto con las vacunas” y “no hay razón clínica para ir a vacunarse”.

Historia completa

La muy contagiosa variante delta del coronavirus representa actualmente el 82% de los casos nuevos de COVID-19 en Estados Unidos, según estimaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), y es parcialmente responsable de la creciente cantidad de infecciones en la gran mayoría del territorio nacional.

Las estadísticas muestran que, si bien las vacunas autorizadas contra el COVID-19 pueden ser menos protectoras contra la variante delta en la prevención de infecciones y enfermedades sintomáticas en comparación con versiones previas del SARS-CoV-2, siguen siendo efectivas en gran medida, y son muy buenas en la prevención de enfermedades graves y decesos.

Como dijo la directora de los CDC, la doctora Rochelle Walensky, durante una conferencia de prensa el 16 de julio, “esto se está convirtiendo en una pandemia de los no vacunados”, a medida que siguen surgiendo brotes en lugares con bajas tasas de vacunación.

Pero ese no es el mensaje que el invitado a Fox News, el doctor Peter McCullough, ha estado difundiendo. Durante una entrevista que concedió el 13 de julio al programa “The Ingraham Angle”, el internista que ejerce la medicina en el ámbito privado le restó importancia a los riesgos de la variante delta y afirmó erróneamente que “no hay razón clínica para ir a vacunarse”.

“Estamos en un punto de referencia muy bajo ahora”, respondió cuando la presentadora Laura Ingraham le preguntó cuál es su expectativa respecto a la pandemia. “Vamos a tener un pequeño incremento con la variante delta, pero la variante delta realmente no responde en absoluto, ni hay protección en lo absoluto con las vacunas. Entonces, el 42% de los 90.000 casos confirmados con la variante delta en el Reino Unido habían sido vacunados. En Israel, la estimación actual de las autoridades sanitarias israelíes es que la tasa de eficacia de la vacuna es solamente de entre 60 a 70%. Así que esperamos casos con la variante delta y en individuos completamente vacunados. Será un incremento leve. Es fácilmente tratable en pacientes de alto riesgo. No hay razón en este momento, no hay razón clínica para ir a vacunarse”.

Como lo explicaremos, McCullough, quien previamente ha sido fuente de desinformación sobre el COVID-19 y sobre las vacunas, tiene razón sobre el porcentaje israelí, pero no sobre el del Reino Unido, y hay abundantes estadísticas que contradicen su afirmación de que las vacunas son inútiles contra la variante delta.

En cuanto a la idea de que el COVID-19 es “fácilmente tratable”, tampoco hay mucho para fundamentar esa idea, especialmente cuando cientos de estadounidenses aún mueren cada día de la enfermedad.

“Usted está bastante, bastante mejor con la vacuna que sin ella”, nos dijo Frederic Bushman, codirector del Centro para la Investigación de Coronavirus y otros Patógenos Emergentes, adscrito a la Universidad de Pensilvania. “La variante delta tal vez reduzca la efectividad (de las vacunas) un poco, pero siguen siendo tan efectivas que usted se beneficia enormemente”.

La efectividad de la vacuna COVID-19 contra delta

Los científicos no tienen información de los ensayos clínicos sobre el desempeño de las vacunas contra el COVID-19 autorizadas por la FDA contra la variante delta porque los ensayos de fase 3  tuvieron lugar antes de que la variante circulara ampliamente. La variante, también conocida como B.1.617.2, fue identificada primeramente en India en octubre de 2020 y su transmisibilidad es más del doble que las versiones originales del coronavirus, según los CDC. Algunas estadísticas también sugieren que la variante delta puede causar más enfermedades graves, pero esto no ha sido establecido de manera concluyente. 

Hay, sin embargo, numerosos estudios sobre cómo se están desempeñando las vacunas con respecto a la variante delta en circunstancias reales, y la mayoría de ellos muestra que las vacunas están trabajando, en gran medida, como es de esperar.

Por ejemplo, un estudio publicado en New England Journal of Medicine el 21 de julio por la Autoridad Sanitaria Británica determinó que tras las dos dosis recomendadas, la efectividad de la vacuna Pfizer/BioNTech para prevenir enfermedades sintomáticas en el Reino Unido solo disminuyó un poco, a 88,0% contra la variante delta de un 93,7% contra la variante alfa, una versión más contagiosa del virus, conocida como B.1.1.7, que previamente predominó en el país. Los autores, sin embargo, apuntaron que observaron una disminución mayor y menor efectividad con una sola dosis, subrayando así la importancia de recibir ambas dosis.

En un estudio que aún no ha sido publicado ni revisado por otros científicos, la agencia sanitaria británica también determinó que la vacuna Pfizer/BioNTech fue muy efectiva en la prevención de hospitalizaciones por la variante delta, reduciendo el riesgo en un 94% tras la primera dosis y en un 96% tras la segunda.

Otros países han reportado resultados preliminares similares. En un estudio aún sin publicar de Ontario, Canadá, los investigadores estimaron la efectividad de la vacuna Pfizer/BioNTech contra infecciones sintomáticas con la variante delta en un 87% tras dos dosis, mientras que un reporte elaborado en Escocia y publicado en la revista médica británica Lancet, calculó la efectividad en un 79% para infección con la variante delta.

El reporte canadiense también determinó que una dosis de la vacuna de Moderna era efectiva en un 70% en la prevención de enfermedades sintomáticas y efectiva en un 95% en la prevención de hospitalizaciones o decesos; había muy pocos casos de COVID-19 entre vacunados para estimar la efectividad después de dos dosis.

Entretanto, el 5 de julio en Israel, el ministerio de sanidad difundió información preliminar aún sin publicar que sugiere que, ante el incremento de la variante delta en esa nación, la vacuna de Pfizer/BioNTech tenía ahora una efectividad del 64% contra infecciones o enfermedades sintomáticas, pero mantenía todavía una efectividad del 93% en la prevención de enfermedades graves y hospitalizaciones. El ministerio había estimado previamente que la vacuna tendría una efectividad del 97% contra enfermedades sintomáticas, con niveles similares de protección contra hospitalizaciones y muertes, en un momento en el que la variante alfa conformaba la gran mayoría de los casos de COVID-19.

McCullough, por lo tanto, tiene razón cuando dice que Israel estimó la efectividad de la vacuna de Pfizer/BioNTech en “solamente de entre 60 a 70%”. Pero esa sigue siendo una protección sustancial y McCullough negligentemente no menciona la excelente capacidad de la vacuna para prevenir los peores desenlaces del COVID-19.

A fines de julio, el ministerio redujo aún más su estimación sobre la efectividad de la vacuna contra el COVID-19 sintomático a 40,5%, pero una vez más, determinó que la protección contra enfermedades graves permanecía siendo sustancial: una efectividad del 88% contra hospitalizaciones y del 91,4% contra el COVID-19 grave.

Vale la pena mencionar que algunos expertos dudan de la precisión de las estimaciones israelíes, las cuales arrojan valores atípicos comparados con otros resultados y usan una metodología diferente. En la nota científica que los CDC emitieron el 27 de julio sobre las vacunas, dijeron que “más información técnica es necesaria para permitir una interpretación total”.

La cifra israelí más reciente, en particular, se basa en un pequeño número de casos durante un periodo breve y debe ser considerada preliminar, según un experto que asesora al gobierno israelí sobre el coronavirus. El propio ministerio también reconoció que los resultados pueden estar alterados debido al uso de pruebas diferentes en la población vacunada y la no vacunada.

Calcular la eficacia de la vacuna, el indicador empleado en los ensayos clínicos, es relativamente sencillo y menos proclive a distorsiones porque los grupos que reciben las vacunas o placebo están seleccionados al azar, aunque no puede capturar ciertos aspectos del desempeño de la vacuna en condiciones reales, tales como cambios en el virus, condiciones imperfectas de almacenamiento de las vacunas o cómo pueden responder ciertos individuos, tal como lo explican los CDC. 

En cambio, estimar la efectividad (el término usado para estudios observacionales que estudian el efecto de las vacunas en el mundo real) es más difícil porque otras características de quienes se vacunan o no se vacunan pueden influir en la posibilidad de infección o enfermedad.

Varios expertos nos remitieron a un estudio en el Reino Unido como el más completo hasta la fecha, aunque más estadísticas son necesarias para entender mejor la respuesta de las vacunas contra la variante delta y las cosas podrían cambiar en el futuro.

“Diría que el mejor documento es el estudio en New England Journal of Medicine”, dijo el doctor Peter Hotez, un experto en vacunas y decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en la Universidad Baylor de Medicina. “Creo que luce muy sólido y tiene sentido”, dijo. Hotez indicó que la efectividad de la vacuna Pfizer/BioNTech podría disminuir levemente en cuanto a enfermedades sintomáticas, pero que se mantendrá elevada respecto a enfermedades graves.

“Esas estadísticas lucen consistentes con la experiencia en USA hasta ahora”, escribió respecto al estudio del Reino Unido Shane Crotty, un inmunólogo adscrito al Instituto de Inmunología La Jolla que ha estudiado el COVID-19, en un correo electrónico. “La mayoría de las hospitalizaciones son de personas no vacunadas y la mayoría de los brotes hasta ahora son en estados con poca vacunación”.

Más allá de las especificidades, el intento de McCullough de usar las estadísticas israelíes y británicas en contra de las vacunas contradice las conclusiones y las estimaciones de las autoridades sanitarias en esos países.

Como ya dijimos, el ministerio de sanidad de Israel ha hallado de manera consistente que la vacuna reduce el riesgo de enfermedades graves en más de un 90%, incluso contra la variante delta. El 25 de julio el ministerio también anunció que un análisis gubernamental halló que “los individuos vacunados con condiciones previas están mejor protegidos contra enfermedades graves que los individuos sin factores de riesgo y no vacunados”.

Y la Autoridad Sanitaria Británica, que ha trabajado principalmente con la vacuna AstraZeneca, estima que la vacunación plena reduce el riesgo de enfermedad sintomática en un 79% y el riesgo de enfermedad severa en un 96% contra la variante delta. La vacunación es ampliamente recomendada en ambas naciones.

Estudios de laboratorio sobre respuesta inmunitaria tras las vacunas

La otra información sobre el desempeño de las vacunas contra la variante delta u otras variantes proviene de exámenes de laboratorio que miden la respuesta inmunitaria de quienes han sido vacunados.

Un experimento común es tomar muestras de sangre de voluntarios vacunados y medir si los anticuerpos presentes en el suero aún pueden neutralizar variantes del SARS-CoV-2 o virus creados para contener proteínas pico de las variantes.

Muchos de esos tipos de estudios muestran que la mayoría de las personas completamente vacunadas producen los llamados anticuerpos neutralizantes que trabajan contra la variante delta, pero a un menor nivel que con las versiones ancestrales del coronavirus, y en cantidades ínfimas si se recibió sola una dosis de las vacunas que requieren dos dosis.

Por ejemplo, un estudio publicado el 8 de julio en Nature como un manuscrito sin editar de investigadores en Francia, determinó que un 94% de las personas completamente vacunadas con la vacuna de Pfizer/BioNTech produjeron anticuerpos que podían neutralizar el virus delta, pero solamente un 13% de las personas lograron lo mismo tras una dosis, con resultados similares para la vacuna de AstraZeneca, que ha sido muy usada en el Reino Unido.

Una investigación similar publicada en Nature en junio, con apoyo de Pfizer y BioNTech, concluyó que la neutralización de la variante delta con suero de personas inmunizadas con esa vacuna fue “solo modestamente menor” en comparación con el virus original.

Numerosos otros estudios han identificado disminuciones moderadas o pequeñas en la capacidad de neutralización de la variante delta tras vacunaciones con Pfizer/BioNTech o Moderna, lo que sugiere que retienen la mayoría de su efectividad contra la variante.

Hay menos información disponible sobre la vacuna Johnson & Johnson, aunque la empresa anunció el 1 de julio que dos estudios pequeños, uno de ellos publicado en New England Journal of Medicine, muestran que las personas vacunadas producen anticuerpos que pueden neutralizar la variante delta y producen una respuesta duradera de linfocitos T.

Más recientemente, un estudio aún sin publicar elaborado en la Escuela Grossman de Medicina de NYU observó que la actividad de anticuerpos neutralizantes contra la variante delta era significativamente menor en personas vacunadas con J&J que la de los vacunados con las dos vacunas de ARNm, alimentando el temor de que la vacuna de dosis única pueda necesitar un refuerzo.

Pero expertos dicen que es difícil llegar a conclusiones definitivas con esas estadísticas. Hotez, por ejemplo, dijo que hay “todavía una gran brecha” entre resultados de laboratorio y el desempeño de las vacunas en las personas. Hotez destacó que los niveles de anticuerpos neutralizantes también eran más bajos contra la variante beta que fue detectada inicialmente en Sudáfrica (B.1.351), pero ensayos clínicos demostraron que la vacuna de J&J aún era efectiva allí, aunque en menor grado. Por lo tanto, es probable, dijo Hotez, que la vacuna de J&J brinde “algún nivel de protección” contra la variante delta. Por su parte, J&J indica que, en sus estudios, los niveles de anticuerpos contra la variante delta son mayores que contra la variante beta.

El doctor Eric Topol, un profesor de medicina molecular en Scripps Research, escribió en Twitter que los resultados de los dos estudios sobre anticuerpos no eran contradictorios porque había niveles aún detectables de anticuerpos neutralizantes en el estudio de NYU.

De hecho, parte del problema es que los científicos aún no han identificado plenamente los llamados correlatos de protección, o marcadores inmunológicos que pueden usarse para saber si una vacuna será protectora, tales como a cuál título, o nivel de anticuerpo, es necesario para prevenir infecciones o enfermedades.

También hay que subrayar que pese al énfasis en los niveles de anticuerpos, los cuales son relativamente fáciles de verificar en la sangre, también hay anticuerpos iniciales producidos por los linfocitos B y T, los cuales pueden activarse rápidamente y limitar una infección, si una persona vacunada es expuesta al coronavirus.

Infecciones de coronavirus previstas entre vacunados

Como parte de su argumento de que las vacunas contra el COVID-19 no funcionan contra la variante delta, McCullough dijo que un “42% de los 90.000 casos confirmados con la variante delta confirmados en el Reino Unido habían sido vacunados”. 

Le preguntamos por la fuente de esa afirmación y nos dijo que provenía de una nota técnica emitida por el gobierno del Reino Unido el 25 de junio. Pero el reporte muestra que solamente 7.235 personas de los 92.029 casos de la variante delta, o 7,9%, estaban plenamente vacunados, mientras que un 58% no estaba vacunado y el resto o estaba parcialmente vacunado o no existía información sobre su vacunación. Al citar inapropiadamente la cifra del 42%, McCullough da la falsa impresión de que las vacunas están fallando a gran escala contra la variante delta.

Más importante, los expertos dicen que puede ser engañoso mirar este tipo de porcentajes sin mirar el contexto. Esto es porque ninguna vacuna es 100% efectiva. Así que a medida que la tasa de vacunación siga aumentando, más y más de las personas que se infecten con el virus del COVID-19 estarán vacunadas, pero en total, menos personas padecerán la enfermedad.

“Mientras más personas se #vacunen, el % de personas que se enfermen con #COVID19 y estén vacunadas aumentará. Eso es de esperar”, explicó en Twitter Maia Majumder, una epidemióloga computacional adscrita al Hospital Pediátrico de Boston. “No significa que las #vacunas no funcionan; más bien reflejan la realidad de las probabilidades”.

Majumder se refirió a un útil gráfico del Financial Times que hace el cálculo y demuestra cómo es posible que un 40% de hospitalizaciones sean de personas vacunadas, a pesar de que la vacuna sea efectiva en un 80%.

El Reino Unido e Israel tienen algunas de las mayores tasas de vacunación en el planeta, así que sus estadísticas pueden ser fácilmente malinterpretadas.

Hasta ahora, porcentajes similares en Estados Unidos siguen siendo convincentes. Según los CDC, menos del 3% de las hospitalizaciones por COVID-19 entre enero y mayo fueron personas plenamente vacunadas. La directora de los CDC, doctora Rochelle Walensky, también ha dicho que estadísticas preliminares de varios estados durante la primera mitad de 2021 sugieren que 99,5% de las muertes por COVID-19 fueron de personas no vacunadas.

Pero esas cifras empeorarán, aún si el desempeño de la vacuna se mantiene. Los números a los que realmente se le debe prestar atención, dice la estadística Lucy D’Agostino McGowan de la Universidad de Wake Forest, son los porcentajes de vacunados y no vacunados que mueren o son hospitalizados por COVID-19. Tal como ella lo explica en su blog, es la comparación entre esos dos números lo que da una perspectiva precisa del desempeño de las vacunas.

Hasta ahora, los CDC dicen que no han observado una cantidad desproporcionada de casos de infecciones o enfermedades en personas vacunadas, por ninguna variante, aunque apenas comenzaron a monitorear hospitalizaciones y decesos de vacunados en mayo. 

La agencia destacó en su nota científica sobre vacunación que un estudio aún sin publicar de Houston, que todavía no ha sido revisado por pares, concluyó que la variante “delta causó una tasa sustancialmente más alta de infecciones en personas completamente vacunadas si se compara con infecciones por otras variantes”. Ese estudio también determinó que solamente un 6,5% de todos los casos COVID-19 eran entre personas completamente vacunadas y pocos de esos casos requirieron hospitalización.

De hecho, expertos y autoridades sanitarias coinciden en que el mensaje más importante es que, incluso si las vacunas disponibles han disminuido su efectividad contra la variante delta en la prevención de infecciones y enfermedades leves, éstas siguen siendo muy efectivas contra los peores desenlaces y son una herramienta clave para acabar con la pandemia.

“Las vacunas siguen funcionando muy bien, simplemente no funcionan tan bien”, dijo Bushman. “Usted está bastante menos proclive a infectarse. Si se infecta, usted está bastante menos proclive a enfermarse gravemente”.

Un estudio de los CDC publicado el 22 de julio en New England Journal of Medicine halló que las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna ayudaron a reducir la gravedad del COVID-19 en un grupo de trabajadores sanitarios tras la infección, acortando la enfermedad y eliminando la posibilidad de tener fiebre.

Un estudio sin publicar de India, difundido en el servidor medRxiv el 16 de julio, de manera similar encontró que la vacunación completa con una vacuna de AstraZeneca fabricada en India o con la vacuna inactiva producida en ese país por Bharat Biotech, estuvo asociada con un riesgo 50% menor de muerte entre pacientes hospitalizados con COVID-19, casi todos enfermos debido a la variante delta. Los pacientes vacunados también tuvieron una enfermedad menos grave, aún cuando tenían mayor edad y más factores de riesgo.

La posibilidad de tener infecciones entre vacunados parece aumentar con la edad y es más probable en personas inmunodeprimidas, según estudios analizados por los CDC. Ello coincide con lo previsto, y podría llevar a la agencia a recomendar refuerzos de vacunas para ciertos grupos, lo cual la comisión asesora sobre vacunas de los CDC ha comenzado a analizar.

Una preocupación con la variante delta es que si las personas vacunadas se infectan con la variante, pueden transmitir el virus a otros. Los CDC han dicho que ello es sugerido por estadísticas según las cuales la carga viral en personas vacunadas infectadas con delta, es aproximadamente la misma que la de los no vacunados.

La agencia citó la nueva evidencia cuando modificó sus recomendaciones sobre mascarillas el 27 de julio al pedirle a las personas vacunadas que usen mascarillas en lugares cerrados en áreas con transmisión “sustancial” o “alta”. Las personas vacunadas, sin embargo, aún son menos proclives a transmitir el virus que las personas no vacunadas porque son menos proclives a infectarse. (Lea nuestro artículo SciCheck, “Una guía a las recomendaciones actualizadas sobre mascarillas de los CDC”).

Debemos destacar que no todas las infecciones entre vacunados son necesariamente algo malo, siempre que sean leves y no provoquen una propagación adicional del virus, ya que pudieran actuar como una especie de “refuerzo” de la vacuna, reforzando la respuesta inmunitaria del organismo contra el virus y fortaleciéndola. Pero por supuesto, las personas vacunadas no deben buscar infectarse porque puede ser riesgoso e incluir síntomas persistentes de “COVID-19 de largo plazo”. 

Aunque hay variedad de opiniones, muchos expertos dicen que mientras las vacunas mantengan la capacidad de proteger contra enfermedades graves, no hay muchas razones para que la gran mayoría de las personas obtenga dosis adicionales.

“Creo que lo que estamos viendo en las estadísticas generadas en diferentes partes del planeta, incluso sobre la variante delta, es que estas vacunas son altamente protectoras contra el COVID grave, hospitalizaciones y muertes”, dijo la doctora Anna P. Durbin del Centro para la Investigación sobre Vacunaciones adscrito a la Universidad Johns Hopkins en el podcast del centro “Public Health On Call” el 19 de julio. “La mejor manera que tenemos para controlar el COVID y controlar la generación de estas nuevas variantes y variantes de riesgo, es vacunar a la mayor cantidad posible de personas en el planeta. Así que, ahora mismo, según las estadísticas que tenemos, para mí, tiene más sentido, bastante más sentido, dar al resto del mundo tantas dosis como podamos”.

Bushman coincidió. “Éticamente, es lo correcto, tratar de llevar vacunas a sitios que no las tienen”, dijo.  “Y desde una perspectiva puramente egoísta, creo que es también la mejor manera de protegernos”.

Durbin, sin embargo, advirtió que eso pudiera cambiar. Hotez igualmente opinó que probablemente en algún momento será necesario un refuerzo de la vacuna, pero no necesariamente para la variante delta.

COVID-19 no es ‘fácilmente tratable’

Parte del argumento de McCullough sobre por qué las vacunas no son necesarias es que el COVID-19 ya es “fácilmente tratable en pacientes de alto riesgo”. Pero aún solo pocos tratamientos han demostrado algún beneficio para los pacientes de COVID-19, y ninguno de ellos resulta fácil.

En respuesta a una pregunta de FactCheck.org, McCullough añadió que debido a que el tratamiento temprano “modifica la gravedad y riesgo de hospitalización y muerte por la enfermedad”, las declaraciones de que la vacuna disminuye la gravedad de la enfermedad “tendrían que referirse al tratamiento temprano”. Citó varios estudios a favor de medicamentos aún no autorizados como parte de ese protocolo de tratamiento temprano. “Que yo sepa no existen estadísticas para sustentar cualquier afirmación de que además del tratamiento temprano la vacuna tiene algún efecto sobre los desenlaces”, agregó.

Pero Caitlin Rivers, una epidemióloga en la Escuela Bloomberg de Salud Pública adscrita a la Universidad Johns Hopkins, nos dijo que su razonamiento está equivocado.

“Para que el tratamiento temprano incida en los desenlaces de personas infectadas, tendría que ser ofrecido solamente a aquellos que fueron vacunados”, escribió Rivers en un correo electrónico enviado a FactCheck.org. “Pero ese claramente no es el caso, las personas no vacunadas tienen el mismo acceso a atención médica. La evidencia de que las vacunas protegen contra la enfermedad grave es muy sólida”.

En ese sentido, la versión de tratamiento temprano de McCullough es una combinación de terapias con varios medicamentos contraindicados por los Institutos Nacionales de Salud, incluyendo hidroxicloroquina con azitromicina. Otro de los medicamentos, dexametasona, ha demostrado que ayuda a pacientes de COVID-19, pero a pacientes hospitalizados solamente en circunstancias específicas, no durante el tratamiento inicial, el cual está contraindicado por los NIH.

Los únicos medicamentos que los NIH recomiendan para tratamiento inicial son algunos de los anticuerpos monoclonales sintéticos que atacan el SARS-CoV-2, los cuales están diseñados para prevenir que el virus entre a las células y son solamente para pacientes de alto riesgo. Pero no hay razón para pensar que personas vacunadas y no vacunadas tendrían acceso distinto a esos tratamientos.

Traducido por Luis Alonso Lugo.

Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre nuestras decisiones editoriales, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.