Compendio SciCheck
Una serie de casos inexplicados de hepatitis infantil han sido detectados en Estados Unidos y otros países. Todavía no se conoce la causa, pero la principal hipótesis es que están relacionados con una cepa de adenovirus. Al contrario de lo que se ha publicado en las redes sociales, no hay pruebas de que las vacunas contra el COVID-19 estén implicadas. La mayoría de los niños son demasiado jóvenes para incluso poder recibir la vacuna.
Historia completa
En abril, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud alertaron sobre una serie de casos inusuales y graves de hepatitis en niños de causa desconocida. A finales de abril se habían registrado unos 170 casos en todo el mundo, la mayoría de ellos en el Reino Unido.
La hepatitis suele asociarse a varios virus conocidos de hepatitis, pero la afección es una inflamación del hígado que puede deberse a diversas causas, incluidas otras infecciones o toxinas ambientales.
Las autoridades sanitarias siguen investigando para entender qué está causando esta hepatitis poco común entre estos niños, pero no se trata de ninguno de los virus habituales de la hepatitis. Muchos de los niños, aunque no todos, han dado positivo a un adenovirus. La familia de los adenovirus incluye más de 50 tipos diferentes, que suelen causar enfermedades leves en niños sanos.
Pero curiosamente, el tipo de adenovirus que se ha identificado en algunos de los pacientes, el adenovirus 41, solo se conoce como causante de hepatitis en niños inmunodeprimidos, lo que no es el caso.
Lo que es importante es que la mayoría de los niños afectados no han sido vacunados contra el COVID-19, por lo que no hay indicios de que la vacunación pueda ser la causa. De hecho, muchos de los niños son demasiado jóvenes para poder recibir dicha vacuna.
Sin embargo, en las redes sociales se ha sugerido que las vacunas contra el COVID-19 son el origen de esta inexplicable hepatitis pediátrica. Una publicación incluso plantea erróneamente que podría tratarse de la vacuna contra el COVID-19 de Johnson & Johnson, ya que dicha vacuna utiliza un diseño de vector de adenovirus.
“Los niños están contrayendo hepatitis. Está siendo causada por un adenovirus. La J&J tenía un vector de adenovirus. Obvio que no esté relacionado”, dice un tuit del 22 de abril de un quiropráctico, que posteriormente fue compartido por otros en otras plataformas.
Pero ese razonamiento es erróneo por varios motivos. En primer lugar, no toma en cuenta cómo funcionan las vacunas contra el COVID-19 de vectores adenovirales. Los virus en la vacuna se modifican para que dejen de ser nocivos, y no se replican dentro de las células, por lo que no podemos infectarnos con el adenovirus de la vacuna. El virus es solo un vehículo para entregar a las células las instrucciones para fabricar la proteína de la espícula del coronavirus, que es a lo que el sistema inmunitario responde para proporcionar protección.
En segundo lugar, no hay indicios de que ninguno de los niños con hepatitis haya recibido la vacuna de J&J. Esta no está autorizada para uso infantil en los EE. UU., y la empresa confirmó a FactCheck.org que su uso en niños no está autorizado en ningún lugar del mundo.
En tercer lugar, el adenovirus específico que se ha identificado en múltiples casos de hepatitis en niños es el adenovirus humano tipo 41. La vacuna de Johnson & Johnson utiliza un virus modificado de tipo 26. (La vacuna AstraZeneca/Oxford contra el COVID-19, que también utiliza un diseño de vector viral, solo está autorizada para adultos en lugares como el Reino Unido, y utiliza un adenovirus de chimpancé).
Proponer una relación con la vacuna de J&J partiendo de esa base es ilógico e ignora todas las pruebas disponibles.
Una misteriosa hepatitis infantil
En EE. UU., los primeros informes de una hepatitis poco habitual en niños se produjeron en Alabama entre octubre de 2021 y febrero de 2022. Nueve niños, todos menores de 6 años, fueron tratados en un hospital por hepatitis grave. Dos niños necesitaron trasplantes de hígado, pero todos los niños se están recuperando o se han recuperado, según el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad (MMWR, por sus siglas en inglés) publicado por los CDC el 29 de abril.
Aunque se les denomina como un “conglomerado”, los niños procedían de todo el estado. Todos dieron negativo en las pruebas de los virus de la hepatitis y del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, pero dieron positivo con la del adenovirus. En cinco de los nueve niños fue posible secuenciar el virus, lo que reveló que estaban infectados específicamente por el adenovirus tipo 41. Un portavoz de los CDC nos dijo que ninguno de los nueve niños había sido vacunado contra el COVID-19.
“En este momento, creemos que el adenovirus puede ser la causa de los casos notificados, pero todavía se están investigando otros posibles factores ambientales y circunstanciales”, dijeron los CDC en un comunicado del 29 de abril sobre el grupo de Alabama. “El adenovirus tipo 41 no suele ser conocido como causa de hepatitis en niños sanos, y no se ha encontrado ninguna relación epidemiológica conocida ni exposiciones comunes entre estos niños”.
Los CDC emitieron una alerta el 21 de abril para que los médicos estén atentos a la hepatitis en niños. Médicos de la Universidad de Alabama en Birmingham dijeron en una rueda de prensa el 25 de abril que no habían identificado más casos desde que emitieran una alerta estatal en febrero. Y añadieron que los padres no deben entrar en pánico, ya que estos casos son muy poco habituales, pero que deben buscar atención médica si un niño muestra signos de enfermedad hepática, como piel u ojos amarillos, junto con los síntomas más comunes como diarrea, vómitos, fiebre o tos y estornudos.
Un portavoz de los CDC nos dijo que la agencia ha recibido notificaciones adicionales de otros proveedores médicos a raíz de la alerta de salud a nivel nacional y estaban trabajando para determinar si alguna se ajustaba a la definición de caso en curso.
Mientras tanto, otros estados han notificado sus propios casos posibles, como Wisconsin, Illinois y Carolina del Norte.
Actualización del 7 de mayo: Debido a los informes recibidos después de emitir su alerta sanitaria, los CDC dijeron el 6 de mayo que ahora están investigando 109 casos entre niños previamente sanos, incluyendo cinco muertes, que se produjeron en los EE. UU. en los últimos siete meses. Más de la mitad de los niños tenían infecciones de adenovirus confirmadas. Más del 90% fueron hospitalizados y el 14% recibió un trasplante de hígado. Es posible que no todos los casos estén relacionados con la serie de casos inexplicados, dijo el Dr. Jay Butler, subdirector de enfermedades infecciosas de los CDC, en una reunión informativa.
Los niños afectados son pequeños, con una edad media de 2 años, lo que significa que la mayoría no son candidatos para recibir la vacuna contra el COVID-19”, añadió Butler. “La vacuna contra el COVID-19 no es la causa de estas enfermedades, y esperamos que esta información ayude a aclarar algunas de las especulaciones que circulan por Internet”.
A nivel mundial, el mayor brote se ha producido en el Reino Unido, que hasta el 29 de abril ha detectado 145 casos este año, “predominantemente” en niños menores de 5 años. Al igual que en los EE. UU., los niños del Reino Unido no pueden recibir la vacuna contra el COVID-19 hasta que cumplen 5 años.
La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido escribió en una actualización del 25 de abril: “No hay ninguna relación con la vacuna contra el coronavirus (COVID-19). Ninguno de los casos confirmados en la actualidad en menores de 10 años en el Reino Unido ha sido vacunado”.
Hasta el 21 de abril, la OMS informó de al menos 169 casos de hepatitis en niños menores de 16 años en 11 países europeos y en EE. UU. El adenovirus fue detectado en “al menos 74 casos”, según el informe de la OMS, y “del número de casos con información sobre pruebas moleculares, 18 se han identificado como tipo F41”. De los que se sometieron a pruebas, 20 niños dieron positivo con el SARS-CoV-2 y 19 niños estaban coinfectados con el SARS-CoV-2 y el adenovirus.
La OMS ha dicho que no hay pruebas de que la vacunación contra el COVID-19 esté relacionada de algún modo con la hepatitis. “Las hipótesis relacionadas con los efectos secundarios de las vacunas contra el COVID-19 no están sustentadas en la actualidad, ya que la gran mayoría de los niños afectados no recibieron la vacuna contra el COVID-19”, dijo la agencia en su informe del 23 de abril sobre el brote de la enfermedad.
En una sesión de preguntas y respuestas en directo el 28 de abril, los funcionarios de la OMS repitieron que no hay nada que demuestre una conexión con las vacunas contra el COVID-19, ya que la mayoría de los niños con hepatitis no han sido vacunados, ni son aptos para serlo todavía debido a su edad.
Dado que muchos de los niños han dado positivo a un adenovirus, muchos investigadores consideran que el virus es el principal candidato para explicar la hepatitis. Pero incluso si ese es el caso, es probable que haya otros factores implicados. Los expertos permanecen abiertos a otras posibilidades, ya que la causa sigue siendo una pregunta sin respuesta.
“La hipótesis principal en la actualidad es que la hepatitis está relacionada con un adenovirus”, dice un informe técnico del Reino Unido del 25 de abril. “Puede haber un cofactor que haga que un adenovirus normal produzca una cuadro clínico más grave en niños pequeños, como una mayor susceptibilidad debida a una menor exposición durante la pandemia, una infección previa de SARS-CoV-2 o por otro virus, o una coinfección o toxina aún no descubierta. Alternativamente, puede haber surgido una nueva cepa de adenovirus con características distintas”.
Del mismo modo, los CDC europeos escribieron en una evaluación de riesgos del 28 de abril que “la hipótesis principal actual es que un cofactor que afecta a los niños pequeños que tienen una infección por adenovirus, que sería leve en circunstancias normales, desencadena una infección más grave o un daño hepático inmunomediado. Otras etiologías (por ejemplo, otros agentes infecciosos o tóxicos) siguen siendo objeto de investigación y no han sido excluidas, pero se consideran menos plausibles”.
La alerta de la OMS sobre el brote señaló que la infección por el adenovirus “no explica totalmente la gravedad del cuadro clínico”, ya que la infección por el adenovirus de tipo 41, “el tipo de adenovirus involucrado, no se ha relacionado anteriormente con una presentación clínica de este tipo”. Los adenovirus, explica la OMS, son bastante comunes, pero normalmente son autolimitados y causan síntomas respiratorios o gastrointestinales, o a veces conjuntivitis u ojo rosado.
Una posible razón por la que los niños podrían ser más susceptibles a los adenovirus hoy, podría ser porque estuvieron menos expuestos a ellos durante los últimos años, ya que la gente pasó más tiempo asilada durante la pandemia. Como resultado, los niños tendrían menos inmunidad a los adenovirus.
“Hay que seguir investigando factores como el aumento de la susceptibilidad entre los niños pequeños tras un nivel de circulación más bajo de adenovirus durante la pandemia del COVID-19, la posible aparición de un nuevo adenovirus, así como la coinfección con el SARS-CoV-2”, señala el informe, que añade que tanto el Reino Unido como los Países Bajos han registrado un aumento de las infecciones comunitarias por adenovirus “tras bajos niveles de circulación anteriores a la pandemia del COVID-19”.
Independientemente de la causa, los médicos recomiendan a los padres y a los niños que se laven las manos y practiquen una buena higiene, lo que puede ayudar a evitar el contagio de adenovirus, así como de otros agentes infecciosos.
Traducido por Elena de la Cruz.
Nota del editor: El Proyecto de Vacunación/COVID-19 de SciCheck es posible gracias a una beca de la Robert Wood Johnson Foundation. La fundación no tiene control alguno sobre las decisiones editoriales de FactCheck.org, y los puntos de vista expresados en nuestros artículos no reflejan necesariamente el punto de vista de la fundación. El objetivo del proyecto es aumentar el acceso a información precisa sobre el COVID-19 y las vacunas, y reducir el impacto de información errónea.