Said Figueroa
Collaborator

Conforme más reflexiono más me doy cuenta de que no hay verdades sociales realmente absolutas.
Cada uno de nosotros fabrica sus verdades según nuestra realidad. El común denominador que compartimos todos como raza humana es uno solo: “Que esa verdad sea FUNCIONAL para mí”.
De tal manera, y sin mayor preámbulo presento ante usted uno de mis pasatiempos más exquisitos: AMUEBLAR MI CABEZA.
O dicho en palabras más impresionantes: Edificar conceptos personales.

Realmente usar este espacio para la catarsis o el desahogo se me hizo bastante egoísta, finalmente compartir una verdad personal se me hizo más retador, de mayor contribución.

Y bueno… Es así como llego hasta aquí, buscando un punto de comunión con usted, con
un deseo de compartir mi mayor descubrimiento que hice en este año: Descubrí cual es el peor mal del mundo en que vivimos.
El peor mal de este mundo es la distracción.

Debo reconocer que llegar a esta conclusión fue un ejercicio cansado de búsqueda insaciable y a partir de que lo descubrí fortaleció mi perspicacia, mi despertar hacía una necesidad imperante de estar atento y enfocado alineando mis acciones a un valor más elevado: El progreso.

Descubrí que las personas, sin necesidad de padecer un déficit de atención, es decir, por
su propia condición humana, tiende a perder enfoque; más en estos tiempos donde la
inmediatez de la información, la desechabilidad de lo fundamental y la fácil accesibilidad se
convierten en una maldición, en un anatema de nuestros tiempos.

Es bastante fácil y cómodo perder atención a lo que realmente la requiere.
Los accidentes suceden porque estamos distraídos.
La falta de concentración en momentos críticos te hace fallar.

Nuestro paso exitoso por este mundo depende directamente de nuestro interés por entenderlo, y el entendimiento no se logra sin atención.

Olvidamos a la familia, nos distraemos tremendamente con las redes sociales, nos
enajenamos al punto de postergar, olvidar, evadir lo importante.

Dejamos de leer, o llegamos al final del libro, pero leemos sin comprender, sin saborear las
cosas.

Hemos desatendido lo ordinario y nos asombra –Cada vez menos—lo extraordinario, cuando sin dudarlo ni un momento, la rutina es la felicidad.

Y debido a que la distracción es tan atractiva, pensamos que debemos huir de ella. ¿Por qué no construir una rutina de la cual no necesitemos escapar?
Estamos tremendamente expuestos en un mundo demasiado humano, donde para avanzar
es necesario refrendar el enfoque y educar la brújula personal y desgraciadamente lo peor de todo esto es la consecuencia mayor: El Progreso se ve saboteado por un sin número de pretextos.

La volatilidad mental es la razón principal de nuestras metas no logradas. ¿Por qué no refrendar el enfoque y vigilar lo que entra en nuestra mente?
Finalmente lo que somos y lo que tenemos está en función a como inviertes tu tiempo.
Debo felicitarlo estimado lector si ha leído hasta aquí. Pase a la ventanilla 8 para recibir su
certificado en enfoque y esquivador de distracción.